Sobre la determinación de los objetivos


En Galápaco L2  (8b+, San Martín,
Huesca). Foto Oscar Baules
Cuando nos planteamos conseguir unos objetivos, se inicia un proceso que esconde algo curioso en su haber, y es que a veces, cuantas más ganas se tiene de conseguir algo, más tarda en hacerse realidad ese propósito..., o ¿quizás sea ésta la única forma en realidad de alcanzar los sueños?: desearlos de tal modo que pongamos en marcha la actuación pertinente con una voluntad inquebrantable en esa dirección hasta llegar a hacerlos realidad...

Le habrá sucedido a casi todo el mundo cuando ha hecho un viaje "largo" muy esperado que la ida le parece muy larga (sobre todo si se ha perdido…), y la vuelta se le ha hecho corta, pero... ¿no era la misma distancia en los dos casos?

Posiblemente esto sucede porque a la ida sólo se va pensado en el destino y se deja de vivir el ahora, atendiendo sólo a la distancia y el tiempo que faltan para el final…, sin embargo, a la vuelta, como no se espera nada concreto al otro extremo del camino, se va más pendiente de disfrutar cada momento, mirando con atención aquello que se pasó por alto la primera vez y viviendo más plenamente el viaje: la compañía o la soledad, los paisajes, las risas, el aprendizaje..., el momento en definitiva y, entonces, ¡ya se ha llegado!

La experiencia anterior encierra el mensaje que se esconde en la "paradoja de los objetivos", que viene a decir que cuando queremos conseguir algo, que en el caso del escalador será un encadene (o varios), la percepción (y el hecho real muchas veces) de lo que se tarde en alcanzarlo dependerá de la actitud o de la dirección de la atención a lo largo del camino. Así, parece que haya escaladores que encadenen "mucho" y/o sin “esfuerzo”, consiguiendo esos objetivos que se ha marcado uno tras otro. Se puede pensar que son seres "ingrávidos”, que están tocados por una barita mágica, que tienen suerte, o que entrenan muy bien (esto último seguramente correlacione más que todo lo anterior con el rendimiento...), pero la realidad es que pesan igual (o parecido) que tu y que yo, que no entrenan demasiado diferente, pero hay algo que los diferencia normalmente: viven la escalada de otro modo, desde otro enfoque, algo que demuestran sus palabras sinceras cuando encadenan: "pues no lo esperaba eh?, sólo me metí en la vía y escalé como un pegue más”.

"Un pegue más" quiere decir que todos los pegues son "iguales", al menos en la actitud con que se enfrentan..., entonces, ¿podemos hacer lo mismo?, ¿podemos todos conseguir ese actitud, ese estado, en el que encadenar parezca “más fácil” (aunque no lo sea en realidad)? La respuesta es un rotundo:

¡CLARO QUE SE PUEDE!

Se puede provocar a través de la conciencia o de la atención consciente hacia aquello que es relevante en cada momento, y no hay nada más relevante que lo que se está haciendo ahora, pues es donde se puede actuar. Pensar en el pasado y en los errores cometidos no sirve de nada ya, y tener “un ojo” en el futuro (las expectativas, la cadena...) aún menos, pues así sólo quedará “un ojo” para mirar por dónde se va, siendo así más fácil cometer errores y caer.

El resumen práctico sería: determina tus objetivos de resultado de forma que sirvan sólo como guía de los objetivos verdaderamente importantes, los de rendimiento (o de mejora en la tarea, en la escalada), que incluirán mejorar todas esas cosas que sabes que puedes hacer mejor cada día y en cada vía. Escríbelos, haz partícipe a alguien de confianza de los mismos para crear una presión positiva que te empuje en los momentos difíciles y "obligarte" así a seguir yendo en su busca, y luego, concéntrate en trabajarlos simplemente, haciendo cada día algo por ellos (si puede ser de forma planificada, mejor); los resultados irán cayendo como fichas de dominó tras los objetivos de rendimiento, seguro.


Intenta aprender cada día y disfrutar de cada esfuerzo!